Últimos días para disfrutar de la exposición dedicada en exclusiva a lo cursi

Objetos decorativos, muebles o fotografías son algunos de los elementos que encontraremos en esta exposición de lo cursi

Arte y exposiciones

El término «cursi» se define en el Diccionario de la Real Academia Española como una persona que pretende ser elegante y refinada sin conseguirlo, o una cosa que aparenta elegancia o delicadeza pero es pretenciosa y de mal gusto. Relacionado con conceptos como el kitsch y el camp, lo cursi representa una cierta forma de mal gusto que está asociada a la nostalgia, la aspiración y la imitación degradada.

Sobre esta terminología se ha ideado una exposición única que reúne objetos decorativos, muebles, publicaciones, fotografías y obras de arte que se relacionan con lo cursi. Podremos ver la exposición «Elogio a lo cursi» en el CentroCentro hasta el 8 de octubre con entrada libre. 

Con «Elogio de lo cursi» nos sumergiremos en un recorrido histórico y artístico que revela los aspectos más fascinantes de este concepto. La exposición promete ser una experiencia única para todos los amantes del arte y la cultura. Una exposición que congrega más 100 objetos diferentes de instituciones como el Museo de Historia de Madrid, el Museo de Arte Contemporáneo, el Museo del Romanticismo, el Museo de Artes Decorativas, la Colección Madrazo, la Biblioteca Histórica de Madrid y el Centre de Documentació i Museu de les Arts Escèniques Institut del Teatre.

Origen de lo «cursi»

El origen del término es disputado, algunos sugieren que proviene de la abreviatura de «cursiva», un estilo de caligrafía que se puso de moda en el siglo XVIII por influencia de Inglaterra y que era difícil de imitar. Otros encuentran su origen en las hermanas Sicur de Cádiz, quienes copiaban la moda parisina exagerándola y disfrazando las manchas, rasgaduras y brillos de vestidos desgastados por el tiempo. Cuando paseaban, las personas las señalaban y gritaban repetidamente «¡Sicur!», convirtiendo su apellido invertido en sinónimo de ridículo.

A partir de la segunda mitad del siglo XIX, lo cursi se asociaba principalmente a jóvenes de clase media baja o baja que imitaban las actitudes y el gusto de la burguesía y la aristocracia a las que no pertenecían y de las que eran excluidos. En las novelas de esa época, abundan ejemplos de personajes cursis como Rosalía Pipaón, protagonista de «La de Bringas» de Pérez Galdós, cuyas aspiraciones siempre fracasaban. Ser cursi representaba un desplazamiento de clase que no se podía tolerar, y el político conservador Francisco Silvela asoció la cursilería con la revolución.

La cursilería también se manifestaba en aristócratas que pretendían imitar el «buen gusto» francés, algunos encontraban modelos en Versalles mientras que otros buscaban inspiración en París, pero sin lograr replicarlo en su totalidad debido a las alteraciones que sufría en el proceso. Lo mismo sucedía con los burgueses que aspiraban a ser como la nobleza y compraban muebles y adornos asequibles para decorar sus casas como si fueran palacios. De esta manera, se podría afirmar, como sostienen Ortega y Gasset y Gómez de la Serna, que la segunda mitad del siglo XIX en España fue dominada por la cursilería.

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