Los problemas de comunicación que la sociedad de hoy en día acarrea no son algo desconocido. Las redes sociales son una de las principales causas de este gran problema. Justamente esta cuestión la aborda la obra de teatro Limbo, escrita y dirigida por Guillermo Laín Corona que, además de dramaturgo, es profesor de literatura española y teatro en la UNED.

Sus comienzos en el teatro se remontan en 2016- 2017, cuando estrenó Poderes extraños, que se representó en el Teatro Lara. Ahora regresa con Limbo, que se podrá ver durante todos los jueves de marzo en la Sala Sojo Laboratorio Teatral de Madrid a las 20 horas.

El limbo es ese espacio intermedio entre la salvación del cielo y la condena del infierno, al que llegan las almas inocentes de quienes mueren sin haberse bautizado y, por tanto, tienen la mancha del pecado original. Sin embargo, el limbo es una imagen poderosa de la cultura occidental: un icono del miedo ante la tierra baldía y un símbolo en potencia de nuestra sociedad, que es una sombra digital o un reflejo deformado en una pantalla de litio.

Así, Laín usa esta metáfora para abordar la incomunicación en la pareja a causa de las redes y la tecnología. El limbo es el jardín de los vuelos de bajo coste, en el que se conocen y aman Carlos y Clara, Pedro y Paulino, los personajes de esta obra de teatro. El limbo es el espacio de los dioses posmodernos, en el que Steve Jobs fabrica una manzana y Carlos Marx transiciona a su verdadera identidad. El limbo es un muro tecnológico, que nos grita y nos araña, que nos separa e incomunica. Por eso, al final, el limbo siempre nos encuentra destrozados.

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