Rehabilitación de los dos molinos de Chicago en la Quinta de los Molinos
Los trabajos de recuperación de los dos molinos de Chicago instalados hace un siglo en la Quinta de los Molinos han incluido su desmontaje y el tratamiento de las patologías que presentaban las piezas de madera y metal.
Estos dos molinos americanos que dan nombre al parque, son dos molinos de viento fino de la marca Aermotor, fabricados originalmente en Chicago (Estados Unidos). Después de su adquisición y traslado a Madrid, se instalaron en la Quinta de los Molinos. El situado en la rosaleda tiene 14 metros de altura, 500 kg de peso (la suma de las aspas, el motor y la cola, sin tener en cuenta la torre) y el diámetro de su circunferencia es de 3,80 metros. Mientras que el ubicado junto a la Casa del Reloj suma aproximadamente 12 metros, pesa 200 kg y tiene una circunferencia de 2,40 metros.
Ambos molinos están construidos mediante una torre de estructura piramidal metálica y pintada de rojo. Ésta tiene en su vértice superior el rotor, constituido por 18 aspas plateadas y una veleta con forma de cola de pez. En el caso del molino de la Casa del Reloj, su pozo se encuentra a la vista, mientras que el de la rosaleda está oculto y envuelto por una pequeña construcción de fábrica de ladrillo. Estos pozos son la base sobre la que se sustentan las torres. Se estima que el modelo de la Casa del Reloj es previo al de la rosaleda.
En ambos casos, se ha procedido al desmontaje de las cabezas de los molinos. Las aspas, la cola de pez y el motor fueron desensamblados para su análisis y posterior restauración.
Una exposición para celebrar el centenario de la Quinta de los Molinos
En elaño 2026 el parque acogerá una muestra para destacar su valor como uno de los mayores tesoros verdes de la ciudad y dar a conocer su patrimonio natural y arquitectónico.
El origen de esta Quinta se remonta a inicios del siglo XX, cuando el ingeniero, arquitecto, catedrático de la Escuela Superior de Arquitectura de Madrid, académico de número de la Academia de Bellas Artes de San Fernando y concejal del Ayuntamiento de Madrid, César Cort Botí, adquirió la primera de las varias parcelas que más tarde conformarían la finca. Cort, profesional dedicado principalmente al urbanismo y seguidor de Arturo Soria, desarrolló diversas teorías urbanísticas sobre el tránsito de la ciudad al campo. Precisamente, en la Quinta de los Molinos puso en práctica algunas de sus concepciones urbanísticas. Sobre ese núcleo inicial, César Cort inició los trabajos de acondicionamiento y la construcción del palacete hacia 1925. En noviembre de 1926 adquirió las parcelas adicionales que permitieron ampliar la finca hasta su configuración actual con cerca de 30 hectáreas.
Tras el fallecimiento de Cort, sus herederos llegaron a un acuerdo con el Ayuntamiento de Madrid en 1982, por el cual la mayor parte de la finca pasó a integrarse en el patrimonio municipal. A partir de esa fecha comenzó un proceso de restauración y puesta en valor del parque. Así, se incluyó el Catálogo de Parques Históricos y Jardines de interés del Ayuntamiento y se nombró como Bien de Interés Cultural (BIC), por su elevado valor histórico, urbanístico, paisajístico y botánico.
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